jueves 12 de junio de 2025
  • Temas del Día

Alcanzaste el límite de 40 notas leídas

Para continuar, suscribite a Somos Pymes. Si ya sos un usuario suscripto, iniciá sesión.

SUSCRIBITE
Emprendedores

Inés Berton: "Las PyMEs son el verdadero motor de la Argentina"

La fundadora de Tealosophy comparte su experiencia al frente de una PyME. Habla sobre cómo organizar equipos, cómo mantenerse en movimiento dentro del proyecto, el rol del aprendizaje constante y los desafíos de emprender.

Por Karina Longo 30 de mayo de 2025 - 12:59

En 2001, después de varios años viviendo en el exterior y con una carrera en pleno desarrollo, Inés Berton regresó a la Argentina.

No volvió con un plan detallado ni con una estructura de negocios tradicional. Volvió con lo que sabía hacer: crear blends de té.

Así nació Tealosophy, una PyME que comenzó sin más recursos que una educación sólida y una convicción clara.

Esa base fue suficiente para empezar a trazar un camino propio, en un contexto económico incierto y con más intuición que certezas.

La génesis del emprendimiento

La decisión de emprender no fue el resultado de una estrategia, sino de una necesidad. Un incendio en su departamento en Nueva York la dejó sin pertenencias, sin una red de seguridad, y con una sola opción: empezar de nuevo en su país.

“Como no tenía dinero para invertir en equipo, marketing ni en nada, pensé que podía aportar yo. Lo único que tenía para ofrecer era mi tiempo y lo que sabía hacer: blends de té que fueran buenos y que a la gente le gustaran”, recuerda la alquimista.

El negocio comenzó sin un plan estructurado y sin capital para invertir. La estrategia fue ofrecer tiempo y conocimiento. Inés se acercó directamente a hoteles y restaurantes con una propuesta concreta: crear blends de té personalizados que acompañaran la identidad de cada lugar.

La idea fue bien recibida. En ese momento, la emprendedora no entendía cómo un restaurante de sushi podía cerrar su experiencia con un saquito de té común, ni cómo un hotel con servicio de té tan cuidado ofrecía algo genérico.

La propuesta incluía no solo los blends, sino también la capacitación del staff. En poco tiempo, el Hotel Alvear sumó una carta de 15 variedades. Cada té estaba pensado para acompañar sus masas, sándwiches y scones. Al poco tiempo, la producción pasó de 500 kilos a 14.000.

El crecimiento fue rápido, sostenido en la calidad del producto y en la personalización de cada mezcla.

Al principio, la producción era mínima y se resolvía con ayuda de familiares y conocidos. El envasado se hacía de forma natural. “Eso fue un salto”, admite Inés.

Los primeros clientes llegaron rápido: el Malba, el Palacio Duhau, entre otros. Así comenzó a tomar forma el negocio.

Inés vivía en un departamento con goteras en Recoleta. Le hacían té al Grupo Sottovoce y al Hotel Alvear. Los clientes empezaron a preguntarles a los mozos dónde podían comprarlo y ellos les daban la tarjeta de su casa. “La gente venía y me tocaba el timbre a cualquier hora”.

Una amiga le ofreció un local en la galería Promenade. Lo tomó solo para evitar que siguieran tocando el timbre de su casa. “Ni siquiera tomé una vendedora porque pensé que no iba a ir nadie. El día tres estaban mis hermanos ayudando”, comenta. Así empezaron a abrir locales y fueron creciendo.

“Formamos un equipo que fue creciendo junto con el proyecto. Compartimos trabajo y tiempo. Somos muy amigos y nos divertimos también. Hoy somos 30 personas, muchos de los cuales están desde los primeros años”, comenta Inés.

image.png

¿Qué se hace cuando el proyecto propio ya no te motiva?

En un momento del recorrido de Tealosophy, Inés sintió que el trabajo la había llevado a un lugar que no buscaba.

Comenzó a pasar la mayor parte del tiempo en una oficina, entre reuniones, proveedores, impuestos y pagos. El crecimiento de la empresa era constante, pero la experiencia personal era otra.

“Me veía en una oficina, con el contador, el Excel y todo. Yo decía: esto es lo que nunca quise”. De afuera se lee como un éxito y yo estoy aburridísima con este té”, comenta.

Las propuestas de compra llegaron. Algunas desde grupos económicos grandes. En una de esas instancias, tomó la decisión de hacer una pausa. Quería repensar el proyecto y revisar su rol.

A veces se espera que las PyMEs y/o empresas sigan un modelo único. Cada proyecto elige su forma.

En este caso, una estructura piramidal con un CEO no funciona. Tealosophy se organiza en dos columnas: Soñadoras y Hacedores.

El grupo de Soñadoras, liderado por Inés, imagina ideas, productos y colaboraciones. El grupo de Hacedores las ejecuta, coordina procesos y se encarga de que se concreten.

La dirección de nuevos negocios está a cargo de Nacho Berton. La gestión de eventos y capacitaciones es tarea de Sofía Berton.

En ese momento crítico, la alquimista del té, Inés habló con Julia Bearzi, directora ejecutiva de Endeavor Argentina.

A partir de esa charla, conoció a un consultor Luis Karpf que la ayudó a revisar cómo estaba armado el equipo.

Con él entendió que no era necesario replicar estructuras empresariales comunes. El liderazgo podía construirse con otros perfiles, con personas que se involucran desde la práctica y el compromiso.

Hoy su equipo diseña, planifica y ejecuta para marcas nacionales e internacionales. El trabajo se sostiene en la confianza entre quienes forman parte del proyecto.

image.png

PyMEs en Argentina: foco, agilidad y trabajo en equipo

Para Inés las PyMEs siguen siendo el motor real del país. “Generan laburo, industria y empuje”, dice.

Pero también advierte que el acceso todavía no está lo suficientemente democratizado y que, para que funcionen bien, necesitan estructuras livianas.

En su experiencia, la clave es que cada persona pueda enfocarse en lo que sabe hacer.

“Una PyME para que funcione en Argentina necesita estructuras livianas. Para eso vos necesitás que tu equipo esté en su metié, no en el trámite, del trámite, del trámite” afirma.

Según señala, su forma de trabajar está centrada en liberar al equipo de tareas que no suman y permitirles poner energía en lo que realmente importa.

“Yo me ocupo de que mi equipo tenga infraestructura para poder operar y estar concentrado en lo que tiene que hacer. Que cuando venga alguien, estén copados de estar acá”, dice.

Ese enfoque se traduce en estabilidad: muchos de sus empleados llevan 8, 9 o 10 años en la empresa.

“En 24 años tuve dos juicios laborales, y una empleada terminó pidiéndome disculpas. Eso habla de cómo cuidamos el vínculo”, agrega.

En cuanto a la importación, es clara: prioriza la calidad: “Para hacer un buen té necesito importar hebras de altura porque concentran más clorofila. Así busco gente por capacidad, busco productos por calidad. No importa si están hechos acá o allá, importa que sean buenos”, detalla la emprendedora.

Sin quedarse en la queja, Inés prefiere leer las reglas y moverse.

Además del té, desarrollan una miel orgánica en Santiago del Estero y trabajan con ceramistas de distintas provincias para sus teteras. “Esto también es industria nacional”, asegura.

image.png

Emprender es aceptar la forma real que tiene el camino

“Nunca vas a saber bien cómo empezar y tenés que aceptar que el camino no es lineal. Emprender no es avanzar en línea recta, es como subir una montaña por un sendero con curvas. Cuando entendés eso, te movés con más claridad”, dice.

A eso se le suma dos claves: la disciplina y el aprendizaje constante.

Para cerrar, deja un mensaje claro: “Hay que dejar el ego de lado y no tener miedo a rodearte de gente que sepa más que vos. Eso es parte del trabajo”.

Seguí leyendo

Dejá tu comentario

Te Puede Interesar