Con un país que ofrece una gran fortaleza en términos de aptitudes geográficas y climáticas para producir legumbres, el mercado global de estos alimentos ofrece numerosas oportunidades estratégicas para la Argentina, pero el desafío para aprovecharlas es incrementar la calidad de la producción y reducir la amenaza de los “residuos” de plaguicidas.
A grandes rasgos, esas son las conclusiones que quedaron de dos paneles realizados durante la Jornada de Actualización Técnica Comercial de Legumbres realizada por la Cámara de Legumbres de la República Argentina (CLERA) en el hotel Holiday Inn de la ciudad de Córdoba.
En los mismos, diferentes analistas abordaron las condiciones que se están exigiendo en los mercados de porotos, garbanzos, arvejas y lentejas, para poder crecer en la inserción internacional desde la Argentina.
Mejoras en la cadena de las legumbres
En primer término, el ingeniero agrónomo y experto en legumbres, Adrián Poletti, fue el moderador de una charla de la que participaron el director Técnico del Laboratorio JLA en Argentina, Iván Cabanillas Vidosa; y el gerente de Operaciones Comerciales de Soluciones Digitales Agro de la firma BASF, Valentín Navarro.
Allí, el foco estuvo puesto en un aspecto que es esencial en el comercio internacional de legumbres: los Límites Máximos de Residuos (LMR) de plaguicidas.
Al respecto, Cabanillas mostró algunos resultados preocupantes en relación a trazas de fitosanitarios encontradas en el análisis de semillas de legumbres, como glifosato y 2,4-D, entre otros.
Cabe recordar que, por tratarse en su gran mayoría de cultivos que son para consumo humano directo, las legumbres suelen tener LMR muy altos y pueden sufrir descuentos o rechazos en caso de que los mercados compradores hallen estándares por fuera de los que requirieron.
Esto se potencia aún más en un mercado agroalimentario mundial que, en general y más allá de las legumbres, está poniendo mucho foco en la sustentabilidad ambiental.
En este sentido, Navarro aportó también cómo la tecnología puede jugar un aspecto clave para ser más eficientes y evitar estos problemas que pueden ocurrir por malas aplicaciones o por derivas, puntualmente en el caso de BASF por medio de las prestaciones que ofrece la plataforma Xarvio.
Por su parte, en el panel “Outlook del mercado de legumbres”, Matías Macera, trading manager de la firma exportadora de legumbres Desdelsur, enfatizó que en Europa están muy atentos al tema trazas de plaguicidas.
Por eso, si bien no toda la mercadería se testea, remarcó: “Hay que tener cuidado, tener mucha comunicación con el agrónomo y con los productores, porque uno puede mandar un contenedor creyendo que no tiene riesgos de LMR, pero si hay un rechazo el costo es altísimo”.
El foco en la calidad
Macera se refirió puntualmente al mercado del garbanzo, un cultivo del que este año se prevé una fuerte recuperación de la cosecha, y explicó que en este momentos los valores internacionales se han estabilizados.
En este contexto, mencionó una oportunidad en los garbanzos de calibre grande (9, lo ideal), porque “en los más chicos hay mucha competencia, ya que Rusia tuvo una cosecha muy grande y se ha metido de lleno a competir en los mercados de harinas y humus”.
Pero la oportunidad es clara: el “spread” de precio a favor de los calibres entre 7 y 8 es de alrededor de U$S 120 la tonelada, y cuando se llega a 9 pueden ser U$S 200, siempre que esté garantizada y certificada la calidad.
En las arvejas, por su parte, Guido Zoppi, ejecutivo de la firma Agrosud, señaló que la siembra viene creciendo a grandes pasos en la zona núcleo y valoró que se están haciendo importantes inversiones para mejorar en materia de genética.
Tanto en arvejas verdes como amarillas, afirmó que Argentina se destaca por su calidad y en el caso de las amarillas subrayó la oportunidad de crecer en China.
“La arveja amarilla hoy es más un commodity que un speciality: se vende a granel y uso es más forrajero. Lo que habría que trabajar de manera urgente es en reinterpretar el protocolo sanitario, porque China solo tiene habilitado el ingreso desde Argentina en bolsas y con la gran cantidad de puertos de carga a granel que tiene nuestro país, hay un gran potencial en aprovechar eso”, describió.
Y citó a India y Bangladesh como otros mercados donde se puede lograr una buena inserción.
Los porotos buscan recuperarse
Por último, Nicolás Karnoubi, representante de Olega y ex presidente de CLERA, fue el encargado de analizar la situación de la legumbre “estrella” dentro del comercio exterior argentino: los porotos.
En primer término, lamentó el pésimo saldo que tuvo la última cosecha de poroto blanco: la peor tanto en cantidad como calidad desde 2013.
Como parámetro: de las casi 200.000 toneladas que se llegaron a exportar en el ciclo 2021/22, este año apenas se orillarán las 20.000, con una consecuente también pérdida de mercados, ya que lo que no ofreció Argentina se obtuvo de otros orígenes.
En el caso del poroto negro, no fueron tan malos los números porque la siembra está más diversificada -no solo en Salta, que fue donde ocurrieron los graves problemas climáticos- y no se perdieron mercados.
En cuanto al poroto cranberry también fue un desastre productivo, pero no se perdieron mercados porque no aparecieron otros países que pudieran suplir la oferta argentina.
Sumando al análisis también a los porotos colorados y mungos, Karnoubi puntualizó que la producción en general viene cayendo en los últimos años, lo que impacta en la pérdida de mercados, y subrayó como “imperioso” un trabajo más fuerte en desarrollo de genética.
“En Argentina rara vez se superan rendimientos de 1.400 kilos por hectárea; ahí hay un montón para trabajar. Hubo mala suerte climática, sí, pero la industria tiene que hacer un mea culpa de la poca importancia que se le ha dado al trabajo para tener resultados reales en buenas semillas de poroto para sembrar de forma menos arriesgada”, cerró el experto.