Los ministros de Economía y gobernadores del G20 cerraron el cuarto y último encuentro bajo la presidencia de India con una declaración que sigue sin condenar la guerra en Ucrania y no menciona el conflicto en Israel.
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SUSCRIBITELos ministros de Economía y gobernadores del G20 cerraron el cuarto y último encuentro bajo la presidencia de India con una declaración que sigue sin condenar la guerra en Ucrania y no menciona el conflicto en Israel.
El comunicado, adoptado por unanimidad en el marco de la Asamblea Anual que el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial celebraron esta semana en Marrakech (Marruecos), estuvo a la par de lo expuesto en la cumbre de Nueva Delhi del pasado mes de septiembre.
El Grupo de los 20 reiteró su petición de que los Estados eviten el uso de la fuerza para tomar territorios, pero sin condenar la guerra en Ucrania y sin mencionar el conflicto en Israel más allá de mostrar su preocupación por "el inmenso sufrimiento humano y el impacto de las guerras y conflictos en el mundo".
En ese sentido, remarcaron que el G20 es un foro de cooperación internacional y no una plataforma para resolver cuestiones geopolíticas y de seguridad, aunque admitieron que los conflictos pueden tener un impacto significativo en la economía global.
Afirmaron que la guerra en Ucrania afecta a la seguridad energética y alimentaria, a la inflación y al crecimiento e instaron a la aplicación "completa y efectiva" de la iniciativa del Mar Negro para facilitar las exportaciones de grano.
Con el mismo objetivo de garantizar la seguridad alimentaria y energética, el G20 reclamó el cese de la destrucción militar de infraestructuras, al tiempo que evidenció su preocupación por el impacto de los conflictos, sin especificar ninguno, en la seguridad de la población civil.
Asimismo, se mostraron dispuestos a incorporar todas las iniciativas "relevantes y constructivas" para una paz duradera en Ucrania que sea "amplia y justa" bajo los principios de las Naciones Unidas.
La directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, defendió la necesidad de impulsar las reformas económicas porque un adecuado paquete de cambios normativos puede elevar el crecimiento en un 8% en cuatro años.
Durante el Pleno de la Asamblea Anual del FMI y el Banco Mundial en Marrakech, la ejecutiva centró su discurso en la necesidad de superar una situación de crecimiento económico débil e inestable, con una "peligrosa" divergencia creciente entre países, empeorada por "la fragmentación, el cambio climático y la fragilidad".
Para ello, la economista búlgara afirmó que los países necesitan unas "bases fuertes" en las que la estabilidad de precios es clave, al igual que la estabilidad financiera en un entorno de tipos de interés altos, que va a complicar las condiciones para los mercados, los bancos y entidades no financieras.
Georgieva reclamó una política fiscal prudente y reformas transformadoras, como la mejora de la gobernanza, la lucha contra la corrupción, el impulso al comercio o al acceso al capital, que pueden elevar el crecimiento en un 8% en cuatro años.
De hecho, solo una reforma fiscal puede elevar el PIB de los países emergentes en un 5%, una cifra que se eleva hasta el 9% en el caso de los países de bajos ingresos.
La directora gerente del FMI destacó la importancia de reforzar la cooperación global para ayudar a los países sobreendeudados y países emergentes, con especial hincapié sobre el llamado "marco común" que "está empezando a dar resultados en materia de restructuración de la deuda, aunque de manera lenta".
También abogó por reforzar la red de seguridad financiera global e insistió en que el papel del FMI se ha orientado en los últimos tres años a ser "asegurador de los no asegurados".
Desde la pandemia, el FMI destinó un billón de dólares en liquidez, con la asignación de 650.000 millones de dólares y 320.000 millones de dólares en préstamos a 96 países, incluidos 56 países de bajos ingresos.
Además, la directiva recordó que se asignaron fondos al Programa Fiduciario Crecimiento y Reducción de la Pobreza (PRGT, por sus siglas en inglés) para ayudar a los miembros más pobres a agilizar sus deudas, al tiempo que ha hecho hincapié sobre el lanzamiento de nuevos instrumentos como el Fondo Fiduciario de Resiliencia y Sostenibilidad (RST, en sus siglas en inglés) que ha asignado fondos a países vulnerables de ingresos bajos y medianos.
El FMI ha trabajado también con los países más avanzados y económicamente fuertes para dirigir una "parte importante" de sus derechos especiales de giro a los miembros más vulnerables, lo que ha generado alrededor de 100.000 millones de dólares en nueva financiación en sus fondos fiduciarios como el de PRGT y el RST.