El protocolo familiar funciona como un contrato invisible que ordena la relación entre quienes que comparten un negocio.
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SUSCRIBITEEl camino correcto para incorporar a las nuevas generaciones de la compañía en base al legado del líder.
El protocolo familiar funciona como un contrato invisible que ordena la relación entre quienes que comparten un negocio.
Contribuye a definir reglas sobre herencia, roles, toma de decisiones, incorporación de nuevas generaciones.
En Argentina se estima que solo 3 de cada 10 firmas familiares tienen uno. Esto sucede por que muchos empresarios ni saben que existe esta herramienta.
Otro de los obstáculos es que hablar del tema toca temas incómodos como muerte, sucesión y demás conflictos.
En familias donde se evita hablar de plata y poder, poner esas cosas por escrito parece un tabú.
Y a esto se agrega que algunos creen que el protocolo es innecesario. Pero la realidad muestra lo contrario: las disputas familiares suelen ser más duras que las comerciales.
El resultado de no tener protocolo es que los problemas estallan en el peor momento: cuando fallece el fundador, cuando entra un nuevo yerno o nuera, cuando hay que repartir utilidades.
Con protocolo, las reglas ya están claras y se evita que la empresa se convierta en campo de batalla.
En una entrevista con Somos Pymes, Pablo Furnari, consultor y especialista en Negocios Internacionales, explicó como se pueder poner en marcha un plan pensado en el desarrollo y continuidad de la firma.
No tenerlo casi garantiza conflictos. La profesionalización de la compañía familiar empieza por aceptar que el afecto no alcanza: se necesita también un marco legal y organizativo.
"El protocolo familiar es un acuerdo estratégico, un marco de reglas consensuadas que organiza la convivencia entre la familia y la empresa", explicó el especialista.
"No es un documento frío ni burocrático, sino una guía viva que ayuda a ordenar temas sensibles como la sucesión, el ingreso de nuevas generaciones, la toma de decisiones o la distribución de utilidades", aclaró.
Y simplificó: "En esencia, es el contrato invisible que protege a la empresa del ruido emocional que muchas veces entorpece su crecimiento".
Para el director general del Programa Primera Exportación, "cuando está bien hecho, evita conflictos y aporta previsibilidad en momentos clave".
En cuanto a la manera de llevarlo a la práctica, Furnari destacó que "los beneficios son concretos".
"Se reduce la posibilidad de conflictos internos, se aclaran los roles de cada miembro, se protege la continuidad del negocio, y se profesionaliza la toma de decisiones. También es un escudo para cuando el afecto ya no alcanza y los intereses entran en tensión", puntualizó.
"Lo primero es tener conciencia. Hay que sentarse como familia empresaria y asumir que se necesita una hoja de ruta", comentó.
"Luego, con el acompañamiento de especialistas, se construye un documento que refleje la identidad, los valores y las reglas de esa familia en particular", graficó el conferencista.
Y aclaró: "No hay un modelo único: cada protocolo debe ser a medida. Y lo más importante, no basta con escribirlo: hay que respetarlo".
Según Furnari, los inconvenientes más usuales surgen cuando no están claras las fronteras entre la familia y la empresa.
Por ejemplo: ¿Quién decide? ¿Quién entra o no entra a trabajar en la firma? ¿Qué pasa con los cónyuges? ¿Cómo se reparten los dividendos? ¿Qué hacer cuando muere el fundador?
"En muchos casos, los problemas aparecen por silencios prolongados. Se evita hablar de plata, de poder o de herencia. Pero en algún momento esas conversaciones pendientes explotan", ejemplificó el experto en charla con Somos Pymes.
"Cuando lo hacen, es en los peores momentos: en una sucesión, una crisis o un conflicto legal. El protocolo justamente sirve para anticiparse a esos escenarios y no improvisar sobre la marcha", destacó.
Y enfatizó: "En una PyME familiar, el protocolo no solo es aplicable: es necesario".
"Muchas veces se cree que por ser una empresa chica no hace falta formalizar. Error. Cuanto más pequeña es la estructura, más impacto tiene cualquier conflicto", afirmó el profesor de UADE y UCA.
"En una PyME, una discusión entre hermanos o una mala decisión puede frenar el negocio por completo", alertó.
El protocolo puede comenzar de forma simple: con acuerdos básicos sobre quién toma decisiones, cómo se evalúa el ingreso de familiares, qué criterios se usan para repartir ganancias o planificar una sucesión.
"No se trata de llenar papeles por llenar, sino de construir un sistema que sostenga la empresa más allá de los vínculos afectivos. Porque al final del día, la clave no es solo tener una buena relación familiar, sino asegurar que esa relación no destruya la empresa", concluyó.
