Por Sergio Candelo. El 10 de septiembre escribí sobre tres escenarios posibles: estabilidad, explosión o cambio de gobierno.
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SUSCRIBITECuando ganar nos convence de que teníamos razón desde el principio.
Por Sergio Candelo. El 10 de septiembre escribí sobre tres escenarios posibles: estabilidad, explosión o cambio de gobierno.
El 27 de septiembre, con el dólar amenazando $1.800, escribí sobre nuestra amnesia automática: cómo el pánico del viernes se evapora el lunes con el apoyo del Tesoro de Estados Unidos.
Hoy toca hablar de algo diferente: qué pasa cuando nos sale bien.
Las elecciones fueron favorables a Milei. El dólar está controlado. El riesgo país bajó. Y lo más argentino de todo: los que dijeron "se va todo al diablo" ahora dicen "era obvio que iba a pasar esto".
En septiembre teníamos tres caminos posibles. Hoy, mucha gente jura que "siempre estuvo claro" que las cosas iban a salir bien.
No estaba claro. Era uno de tres futuros.
Pero ocurrió, porque uno de esos tres iba a ocurrir, fue este; y ahora parece el único posible.
Hay un fenómeno psicológico estudiado hace décadas: una vez que algo pasa, nuestro cerebro reescribe el pasado para que ese resultado parezca el unico posible.
Olvidamos las otras alternativas.
Lo que mejoró: la confianza post-electoral, las expectativas, el humor del mercado.
Lo que no cambió: las reservas netas críticas, la demanda estructural de dólares, la munición limitada del BCRA.
El triunfo electoral fue un swap de confianza, el más poderoso de todos.
Pero un swap no resuelve el problema de fondo. Solo nos da más tiempo.
Y ahí está el riesgo: cuando el tiempo extra llega, dejamos de buscar soluciones estructurales.
Cuando las cosas salen bien, validamos todo el proceso. "Los números estaban bien", "la estrategia funcionó".
El resultado positivo blanquea retroactivamente todas las decisiones previas.
Pero esto es confundir resultado con estrategia.
Un jugador de póker puede ganar una mano apostando mal. Eso no convierte su estrategia en buena.
Solo tuvo suerte. La próxima mano, con las mismas cartas, puede perder todo.
Si la estabilidad del dólar dependía de un resultado electoral favorable, entonces no había una estrategia económica sólida. Había una apuesta.
En septiembre, el swap con Estados Unidos fue como la atajada del Dibu en el minuto 119: épica, pero nos llevó a penales.
Hoy se ganó por penales con más del 40% de los votos.
Pero la pregunta sigue: ¿Mejoró el equipo o solo tuvimos los penales a favor ese día?
Ganar no responde esa pregunta. Solo la posterga.
Argentina es experta en sobrevivir. Prosperar es otra cosa.
Prosperar requiere entender por qué funcionó, no solo celebrar que funcionó.
Y sobre todo, requiere admitir que un resultado favorable no valida automáticamente el camino que tomamos para llegar ahí.
No estoy diciendo que el resultado electoral fue malo. No estoy diciendo que la estrategia económica esté equivocada. Estoy diciendo algo más sutil: que nos salga bien no significa que lo hayamos hecho bien.
A veces la diferencia entre ambas cosas es solo suerte. Y confundir suerte con sabiduría es el error más caro que puede cometer un país.
El dólar está tranquilo hoy. Perfecto. Pero el punto no es celebrar que teníamos razón.
El punto es: "¿Qué haríamos diferente si volvemos a estar al borde?"
Porque en Argentina, el borde siempre vuelve.
Sergio Candelo, es cofounder de Snoop Consulting.
Fue Presidente de la Cámara de Software (CESSI) y del Project Management Institute (PMI) Chapter Buenos Aires, entre otras instituciones.
