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Gestión

Balance económico y político para un fin de año no tan balanceado

El análisis del primer año de Javier Milei en la Casa Rosada y su impacto en las vidas de los argentinos.

Somos Pymes | Juan Pablo Chiesa
Por Juan Pablo Chiesa 31 de diciembre de 2024 - 12:12

Si bien el rumbo obtuvo cierto éxito, ya que los ingresos y los egresos del Estado se acomodaran al punto de gastar menos de lo que se ingresa y lograr ese ansioso superávit primario, siegue estando el problema de la deuda externa.

El Estado logró recaudar más dinero del que necesita para sus gastos. Si bien el ajuste fue fenomenal y en algún punto, necesario, no podemos estar desatentos a los daños colaterales que este trajo, principalmente en dos sectores antagónicos, socialmente hablando.

Por un lado, los casi 30 millones de indigentes y pobres y por el otro lado los 6 millones de jubilados. Sectores que no pareciera de interés del actual Gobierno nacional.

Balance económico y político

El mundo está notando a la Argentina como un país estable y próspero en algún punto, desde la confianza de los mercados locales e internacionales, pero hubieron consecuencias sociales y culturales devastadoras.

Este gobierno anarcocapitalista, de corte popular elitista, desde la macro; encontró que las políticas sociales y porque no, culturales, no son muy compatibles.

Estamos en Argentina, un país donde el motor de la economía no está en la macro, está en la industria, la fábrica, las PyMEs y la fuerza laboral, factores dejados al azar del mercado por esta administración.

Siempre remarque que una PyME, una empresa, un productor o emprendedor es una simple persona física o jurídica, ya sea, un monotributo, un autónomo o si queremos algo mas organizativo, una sociedad comercial bajo el marco de la Ley 19.550.

A nive local, el 90% son SRL y un escaso 10% son SA. La PEA (Población Económica Activa) oscila entre 22 a 24 millones de personas.

Como un día un líder popular dijo: “El que no produce lo que consume, no sirve para nada”; tenía razón.

En materia laboral, 6 millones de dependientes privados tributan para 7 millones de pasivos. Los organismos internaciones de la Seguridad Sociales, en todo el mundo, están de acuerdo que el índice es 2.7 a 1.9. Estamos mal.

Desde el punto de vista tributario, tenemos 4.5 millones de monotributistas a quienes no solo se los limita para emitir facturas por su producción, sino que también se los limito en lo que respecta al servicio de Salud.

Por el otro lado, a 400 autónomos se les prohíbe tener obra social y se los esclaviza con el Impuesto al Valor Agregado (IVA) en una economía 90% clandestina.

La deuda con la ciudadanía

En materia de generación de empleo, que hace 22 años no crece, ningún gobierno supo o quiso regar el árbol del trabajo.

Tenemos 6 millones de dependientes hace 2 décadas, mientras que el trabajo en negro no para de crecer; actualmente hay 11 millones de argentinos con ingresos sin salario.

Cierran la PEA un puñado de dependientes que bajo una norma vetusta y desactualizada, la Ley de contrato de Trabajo 20.744, siempre se ocupó de excluir.

Es el único país del mundo que excluye actividades productivas. Hablo de los trabajadores de casas particulares y los empleados agrarios. Estos sometidos a una ley especial que lo único que hace es engordar la demanda de la Justicia y perpetuar los juicios laborales para algunos pocos.

En definitiva, este Gobierno, ni los anteriores, supieron fijar o determinar políticas publicas que apunten a la economía laboral, al día a día, que es, en definitiva, el motor de nuestro país.

Como olvidar que los argentinos percibimos nuestros ingresos en nuestra moneda local, pero nos encanta ahorrar en dólares.

Como un día dijo el gran Tomás Bulat: "El peso no cumple los 3 requisitos de una moneda, el dólar sí". Este último sirve para intercambio, para ahorro y como medida de valor.

Argentina en rumbo hacia un país bimonetario, logró mediante las medidas del actual Gobierno frenar la locura del dólar y achicar la brecha entre el oficial y el paralelo.

Quizás los controles y las redadas no sirven en ningún aspecto de la vida civil, pero dejar que el mercado oriente a una moneda escasa en nuestro país, sirvió por lo menos, para dejar descansar el tipo de cambio, lejos aún de estar competitivo con los países desarrollados y un riesgo país que cada vez mas aporta un granito de confianza a esos inversores que todavía no llegaron o se perdieron en el camino.

Elon Musk, Jeff Bezos o cualquier empresario chino/alemán, parecen están fascinados con el rumbo que está tomando el país, pero a la hora de poner un dólar le van a preguntar a su equipo de contadores y estos les responden: “No, en Argentina no vamos a invertir por dos razones, una es que aún tiene riesgo de no ser confiables y segundo tiene cepo”.

Lejos estamos del fin del cepo cambiario, pero vemos a un Gobierno saliendo con medidas indirectas. Ahora bien, salir del cepo a cuentagotas no es algo que le interese a los mercados internacionales.

En materia impositiva, no es el caso de un gobierno popular anarcocapitalista, pero no liberal que apunte a la baja o quita de impuestos. Todo lo contrario. Siendo fiel a su política de no emisión, situación que comparto, los impuestos son el único mecanismo recaudatorio para conseguir sus metas fiscales a toda costa.

Así sucede que no solo tenemos la misma cantidad de impuestos, sino que es agobiante como el organismo recaudador pisa la cabeza de los contribuyentes que producimos día a día y sostenemos la económica de 45 millones de ciudadanos.

¿Camino de salida?

Por último, no podemos dejar de analiza el consumo, los precios y por supuesto, salarios y/o ingresos.

Todo pasa por los ingresos formales, ya sea de los 6 millones de asalariados privados, que siguen y están, por lo menos el 90% de estos dentro de la estructura de una pobreza extrema, o de los ingresos informales; hablamos de los 11 millones de laburantes del mercado negro.

Siempre afirmó que la actividad privada de los asalariados en nuestro país, lo que antes llamábamos clase media, hoy son pobres con trabajo estable.

No solo no llegan a fin de mes, lo peor, en los últimos dos meses, los servicios públicos, como ser tarifas de luz, gas, agua y por supuesto, la salud, nuestra prepaga y/o obra social, han pulverizado los salarios; siendo no solo imposible pagarla, sino en algunos casos, dándole de baja a la salud privada.

Pareciera que ni los representantes del pueblo ni el Poder Ejecutivo saben o tienen intenciones de cómo dar batalla a este flagelo.

Lo pueden hacer a través del empleo, que no crece hace 22 años, con ínfimas subas esporádicas, pero perdiéndole el rastro a una economía clandestina cada vez más atrevida en cada sector de la producción.

Cuando hubo épocas que el populismo de izquierda era más rentable vivir del Estado y secar la vaca lechera; ahora con un populismo de derecha pareciera más rentable evadir y adornar las principales políticas públicas con propaganda barata.

A la Argentina le espera un 2025 en principio prospero a nivel económico, en general. La pregunta es si esta prosperidad deviene de un viento de cola de todo ciclo económico o de una buena muñeca administrativa. ¿Quién sabe?

Lo cierto es que, dentro de esta “prosperidad”, nos espera un año netamente electoral, con la mayoría de las provincias escapándole del efecto “arrastre” de Javier Milei y adelantando sus elecciones locales, hasta un enfrentamiento político entre los que pusieron al líder libertario en el sillón de Rivadavia y no quieren perder su epicentro citadino y los outsider de siempre, bufones del momento, traidores de la vida y oportunistas de la política que tanto odian.

En conclusión, el primer año de Javier Milei y el final del 2024, no estaría tan balanceado.

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