El mundial fue un gran ejemplo de cómo personas (en todos los otros órdenes de la vida) inteligentes actuaban convencidas de que el resultado de los partidos en Brasil era afectado por el hecho de que ellos usaran siempre la misma remera, se sentaran en el mismo lugar o se reunieran a ver los partidos con la misma gente.
Todo esto sería solo una curiosidad simpática si no hubiera gente que se aprovecha de este “bug” en la mente humana para engañarnos y tomar ventaja de nosotros. Siempre me impactó la tolerancia que la sociedad tiene con los adivinos, manosantas y demás gurúes pseudocientíficos. Por eso me puse contento cuando leí esta noticia:
Hace un par de años, un juez de Nueva York condenó a Sylvia Mitchell, una adivina de Manhattan, y ordenó su arresto para ser juzgada por robo y estafa. Mitchell se fugó a Francia pero fue apresada y finalmente sometida a juicio. Meses atrás salió la condena y me dejó impactado. La vidente fue condenada a 5 a 15 años de carcel, en un fallo sin precedentes.
Curiosamente, por los abusos realizados hace algunos cientos de años en manos de la Inquisición y otros movimientos religiosos que mataban a mansalva a quienes pensaban distinto con la excusa de considerarlos brujos, la expresión “caza de brujas” tiene una mala connotación: está asociada a la persecución y matanza de minorías inocentes. Sin embargo, resulta claro que en el siglo XXI el sentido de “cazar brujas” debería cambiar y posiblemente perder su asociación negativa.