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Comercios minoristas

Ferreterías, una tradición centenaria que es termómetro de la economía

Por qué son un servicio esencial, y cómo se adaptan a los cambios a través del tiempo para resurgir como motor de la reactivación.
Somos Pymes | Lorena Hak
Por Lorena Hak 17 de octubre de 2023 - 12:33

Las ferreterías, además de ser fundamentales en la provisión de materiales y herramientas para la construcción, la reparación y el mantenimiento de hogares, empresas y obras públicas, cumplen un rol importante en la economía minorista, por eso los ferreteros tienen historias para contar, desde lo personal, hasta su visión de la coyuntura.

El presidente de la Cámara de Ferreterías y Afines de la República Argentina (CAFARA) y organizadora de ExpoFerretera 2023, Sergio Angiulli, dice que “el ferretero no es un mero vendedor que hace de nexo entre el consumidor y el producto. Ser ferretero es un oficio que se transmite de generación en generación y que requiere, además de capacitación constante, conocer las necesidades particulares de los vecinos del barrio donde se ubica el local, convertirse en un coach y asesor de confianza”.

Un servicio esencial

En Argentina, existen más de 15.000 ferreterías, lo que representa cerca de una cada 3.000 habitantes. De estas, solo el 20 % se dedican a comercio industrial, y el 80 % están destinadas a la venta para el consumidor final. Durante el confinamiento por el Covid-19, las ferreterías fueron un servicio esencial para los hogares, y tuvieron un papel fundamental en la reactivación económica.

Pero la tradición de las ferreterías argentinas no solo radica en su larga historia, también su esencia se preserva a lo largo del tiempo. Desde hace 50 años, Roberto Brusco y su hermano están a cargo de la Ferretería San Telmo, que fue fundada en el histórico barrio porteño por su tío abuelo en 1905. Con el tiempo se transformó en una de las ferreterías líderes en el rubro industrial, de venta minorista y mayorista, que recibía clientes del interior del país que venían en búsqueda de productos de calidad a buen precio, de países limítrofes favorecidos por el tipo de cambio, y que hacía publicidad en los grandes medios. Eso fue hasta el 2000, con la llegada de las grandes cadenas y la crisis del Tequila”, cuenta Brusco. “A partir de entonces, bajó el volumen y tomamos el rumbo que se podía”, agrega.

Otro de las grandes transformaciones fue la masividad de la venta online. “Nos obligó a reformular nuevamente el negocio. Ahora estamos vendiendo mucho a empresas de transporte, petroleras y constructoras a través de Internet”. Ya no tienen el movimiento de mostrador de otras épocas, pero el negocio sigue viento en popa. “Ahora acotamos el horario de atención y los empleados siguen trabajando por la tarde desde su casa haciendo cotizaciones”, cuenta.

La experiencia de haber sorteado a todas las crisis del último siglo, le da la llave a Brusco para saber cómo enfrentar los desafíos. “No hay mucho secreto, hay que adaptarse y tener mentalidad abierta para cambiar a tiempo”.

De padres a hijos

En Posadas, Misiones, Jorge dirige desde 1988 la Ferretería José F. Schwegler, que lleva el nombre con el que la fundó su abuelo en 1914. En sus inicios era un almacén de ramos generales, pero hoy el 70 % de las ventas provienen de la ferretería, y el resto se combina con bazar y distribución mayorista de materiales para la construcción. Los comestibles son cosa del pasado.

Jorge es la tercera generación a cargo. Heredó el negocio de su padre, y ahora trabaja con su hija. Por estos días, la batalla principal es contra la inflación: “Es una piedra grande. Se hace difícil proyectar para adelante. Antes un negocio tardaba años en fundirse, y hoy eso puede pasar en pocos meses. Estamos a la expectativa”.

El negocio fue cambiando con las sucesivas crisis, y la competencia que implica la venta online. A eso se le suma que, en los últimos años, se perdió la tradición de los clientes que hacían pedidos desde el interior de la provincia, o de los viajantes que pasaban por el local a buscar mercadería.

En el corazón de Parque Centenario, centro geográfico de la Ciudad de Buenos Aires, está la Casa Griffa, negocio que fundó el padre de Ángel en 1935, y está dedicada a la venta de productos de ferretería, electricidad y sanitarios. Ángel se hizo cargo en el ’93, y todavía quedaban productos de bazar y limpieza. Aunque desde hace unos años es su hijo quien lleva el negocio, el sigue yendo todos los días al local. “El asesoramiento sigue siendo un diferencial. Conozco a cinco o seis generaciones de la familia de mis primeros clientes, y ahora son los nietos los que vienen a pedir asesoramiento cuando necesitan algo”.

Griffa cuenta que nació en la ferretería, porque por entonces vivían detrás del negocio. “Mi mamá hizo venir acá a la partera”. El problema de vivir junto al local, es que el horario de atención pasa a ser secundario cuando algún vecino de toda la vida necesita algo de urgencia. Como toda ferretería que se precie de tal, dice que la variedad de productos hace que trabajemos con todos los gremios, aunque el negocio cambio”.

Un sector en constante evolución

Como sucede en la mayoría de los casos donde el negocio queda en la familia, el conocimiento se transmite de generación a generación. Griffa dice: “En el barrio nuestro apellido es sinónimo de ferretería. A nosotros nos enseñó mi padre como atender y asesorar al cliente. Por eso seguimos detrás del mostrador”.

Primero fue la venta por impulso con exhibición de mercadería, con horario extendido de lunes a lunes. Pero eso cambió con la pandemia. “Con mi señora abríamos también domingos y feriados porque teníamos la casa detrás del negocio. Pero mis hijos no quieren que trabajemos tanto”, cuenta.

Aunque en la pandemia las ferreterías se consideraron un servicio esencial y podían abrir, Don Ángel hizo caso a las recomendaciones y estuvo siete meses sin poder ir al negocio. Hasta que un día se cansó y decidió volver al mostrador. “No aguantaba más sin venir. Voy a estar detrás del mostrador hasta que no me den más las piernas”, promete.

A medida que cambian las costumbres y surgen nuevas tendencias, estos negocios tienen que encontrar la manera de adaptarse y modernizare para no quedarse rezagado, pero la atención personalizada y los precios competitivos son costumbres que no pasan con los años.

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