Cuando a Valentina Vélez Pachón le diagnosticaron diabetes tipo 1 en 2009, tuvo que cambiar radicalmente su alimentación.
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SUSCRIBITELa actualidad de una de las pocas marcas con planta propia registrada como libre de gluten y con todos los registros habilitantes.
Cuando a Valentina Vélez Pachón le diagnosticaron diabetes tipo 1 en 2009, tuvo que cambiar radicalmente su alimentación.
Ese desafío personal se transformó en una oportunidad de negocio.
Junto a su esposo y socio, Fernando de la Peña, fundaron Chez Momo, una PyME argentina que elabora productos sin azúcar, sin TACC y bajos en carbohidratos.
Chez Momo fabrica alimentos aptos para personas con diabetes, celiaquía o que siguen dietas bajas en hidratos de carbono.
El proyecto comenzó en 2009, tras el diagnóstico de Valentina, una de sus fundadoras.
A partir de ese momento, su alimentación cambió de forma definitiva y, con el tiempo, surgió la idea de desarrollar productos que pudiera consumir sin alterar sus niveles de glucosa.
A este proceso se sumó Fernando de la Peña, pareja y luego socio de la protagonista de la historia.
Durante un año realizaron pruebas de elaboración mientras trabajaban en paralelo en el diseño del negocio: buscaron proveedores, definieron la marca, contactaron nutricionistas y se asesoraron con especialistas del rubro alimentario.
Hoy son una de las pocas marcas con planta propia registrada como libre de gluten y con todos los registros habilitantes.
“Hoy puedo mirar atrás y estoy convencida de que esa noticia no fue la peor en mi vida. Al contrario, aprendí que de algo no tan bueno siempre hay algo positivo, y hoy lo veo en Chez Momo, y me permitió transformar una necesidad personal en un proyecto que también es el sustento económico de toda mi familia”, recuerda Vélez Pachón.
En 2018 abrieron su primer local en Palermo; era de 50 metros cuadrados. La producción, las ventas, la distribución y la atención de redes sociales formaban parte de una rutina diaria sin horarios fijos.
“Me levantaba a las 3.30 am y volvía a casa a las 8 pm. Sin lugar a dudas lo más difícil fue que nos abrieran las puertas”, comenta Valentina.
El desafío logístico fue uno de los primeros obstáculos: realizar entregas dispersas, sin volumen suficiente, exigió recursos y tiempo que asumieron como parte de la parte inicial.
Un año más tarde, Fernando De la Peña dejó su trabajo en la industria automotriz y se incorporó de forma permanente.
“En ese momento empezamos a trabajar de la mano con nuestra Directora Técnica, y paso seguido nos mudamos a una planta de 300 metros cuadrados en Villa Maipú, donde iniciaron el proceso de formalización con el registro del establecimiento libre de gluten (RNE) y el registro de productos (RNPA)”, cuentan los emprendedores.
“La verdad es que nos ayudó mucho el boca a boca y la nueva tendencia de alimentación saludable post pandemia”, asegura Fernando.
El acceso a insumos certificados fue una dificultad en los primeros años. Hoy cuentan con una red estable de proveedores, pero el costo sigue siendo una variable sensible.
La obtención de los registros fue clave para operar con formalidad y poder distribuir en todo el país.
Cuando Valentina fue diagnosticada con diabetes en 2009, comenzó a buscar opciones alimenticias que no afectaran su glucemia.
Lo que no encontró fue una oferta limitada.
Años después (2023), Fernando recibió su diagnóstico de celiaquía y enfrentó un panorama similar: falta de productos disponibles en espacios comunes, especialmente fuera del hogar.
Ambos coinciden en que esas vivencias marcaron el rumbo del proyecto.
“Eso nos hizo trabajar en desarrollos con más claridad sobre lo que realmente necesita el consumidor”, explican los emprendedores.
Uno de los primeros obstáculos fue el acceso a materias primas elaboradas en establecimientos libres de gluten o sin azúcar.
“Hace siete años era difícil encontrar insumos certificados, hoy se consigue más fácilmente, pero siguen siendo más costosos”, detalla Valentina.
“El desafío de obtener el Registro del establecimiento libre de gluten, fue complejo, pero haciendo las cosas bien, trabajando con procesos y estando bien asesorados por profesionales de la industria alimenticia fue posible”, asegura Fernando.
En un segmento donde el consumidor depende del producto para cuidar su bienestar, la transparencia es central.
Desde el etiquetado hasta los procesos de elaboración, remarcan que la coherencia entre lo que se ofrece y lo que efectivamente contiene el producto es lo que sostiene el vínculo con el cliente.
“La salud NO se juega y eso no es negociable”, afirman.
Además del aprendizaje adquirido desde la experiencia personal, trabajan junto a nutricionistas y técnicos en alimentos.
El equipo cuenta con una directora técnica y un departamento de calidad.
Esto les permite seguir desarrollando productos que cumplan con los requisitos de inocuidad y composición requeridos para quienes viven con diabetes o celiaquía.
“La relación con los proveedores fue fundamental. Con el tiempo logramos volúmenes de compra que mejoraron nuestros costos”, relatan.
También señalan que el monitoreo constante del mercado, de la competencia y de los hábitos de consumo les permite ajustar la oferta sin desalinearse de su propuesta original.
Chez Momo convive con un compromiso claro: no perder el rumbo.
El tipo de productos que elaboran presenta desafíos logísticos. La corta vida útil en comparación con productos ultraprocesados limita la llegada a ciertos mercados.
Aun así, vienen avanzando en mejoras de procesos y prácticas de manufactura que les permiten extender la vida útil sin comprometer el contenido.
En paralelo, proyectan nuevas líneas pensadas para canales como gastronomía y hotelería, que verán luz en el próximo semestre del año.
¿Qué decisión tomada, la cuál mirando hacia atrás, resultó clave para la supervivencia de Chez Momo como PyME?
“Nunca negociar la calidad, la seriedad, la transparencia y la responsabilidad con nuestros consumidores y nuestros canales de venta. Buscar siempre crecimiento sostenible, aún en momentos difíciles del país, sin perder de vista el objetivo por el cual nacimos”, afirman.
Una convicción que, lejos de ser solo un ideal, se convirtió en el eje que les permitió sostenerse, crecer y diferenciarse en un mercado desafiante.