Las PyMEs argentinas son el motor silencioso que sostiene empleo, innovación y dignidad productiva en cada rincón del país.
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SUSCRIBITEDel espectáculo mediático al desarrollo real.
Las PyMEs argentinas son el motor silencioso que sostiene empleo, innovación y dignidad productiva en cada rincón del país.
Pero ese motor se recalienta cuando las élites políticas priorizan el espectáculo por sobre el sustento real de empresas que no viven de la fama, sino del esfuerzo.
Si queremos que las pequeñas y medianas empresas crezcan, necesitamos estructuras estatales competentes, ideas sólidas y dirigentes que sepan gobernar sin hacer casting televisivo.
Las empresas del sector representan cerca del 50% del PBI argentino y generan buena parte del empleo nacional.
Sin embargo, son las que siempre terminan pagando el costo de gestiones improvisadas, políticas instrumentales sin visión y gobiernos que prefieren posar para la cámara antes que trabajar en la fábrica.
Mientras tanto, los partidos llenan sus boletas con nombres “que arrastran”, famosos del espectáculo que nada saben de gestión, de costos, de logística ni de innovación.
Esa frivolización no es inocua: es una traición al empresario real, al comerciante de barrio, al industrial del interior que no tiene prensa ni rating, pero sí tiene sueños y facturas que pagar.
Para que una PyME sobreviva y crezca, necesita:
_Régimen impositivo predecible: no sobreviven empresas si cada año el sistema tributario se reinventa.
_Acceso a crédito barato y garantías reales: las SGR y fondos rotatorios deben llegar al interior del país.
_Infraestructura real: energía confiable, transporte, logística regional.
_Capacitación tecnológica y asistencia técnica: mediante institutos como el INTI replicados en cada provincia.
_Ecosistema de innovación inclusivo: vinculación con universidades, apoyo para adopción de nuevas tecnologías.
_Gobernanza regulatoria clara sobre IA: que permita su uso responsable, sin riesgos, como herramienta de impulso, no de exclusión.
Por ejemplo, CIPPEC ha difundido guías para que el sector público use IA con ética y criterios.
Solo con esas piezas la PyME puede atreverse a mirar horizonte. Ninguna figura mediática aparece a resolver estos puntos; aparecen quienes entienden estos engranajes.
Ya hoy una de cada tres PyMEs en Argentina apuesta por la Inteligencia Artificial para mejorar procesos.
Esto muestra que no estamos hablando de futuro lejano: es presente.
Pero ese presente exige responsabilidad. No es que la IA sustituye al empresario: lo complementa.
Para eso hace falta:
_Programas públicos que subsidien el acceso a herramientas de IA para empresas pequeñas.
_Regulaciones que garanticen transparencia, protección de datos y auditoría algorítmica.
_Formación continua para que el personal sepa usar la IA, no que la IA use ciegamente al personal.
_Apoyo técnico regional para asesorar en implementación segura -no dejar a la PyME sola ante un algoritmo desconocido-.
Si hacemos bien esto, la IA puede transformar el “no puedo competir por escala” en “puedo competir por inteligencia”
Cuando los espacios de poder se llenan de rostros de pantalla, el empresario PyME pierde interlocutor real.
Se instala una lógica del marketing político que degrada las instituciones y evita el debate técnico.
Esa política de farándula es incompatible con la seriedad que exige la industria, el comercio y el trabajo duro.
Santilli -como nombre con experiencia política y estructura real- puede ser un actor que desafíe ese modelo de show. Pero él solo no basta.
Lo que necesitamos es un renacimiento institucional que ponga el conocimiento, la gestión y la visión estratégica al frente del diseño público.
Las PyMEs no piden aplausos ni flashes: piden certeza, acompañamiento y libertad para soñar sin miedo.
El destino del país no se decide en los estudios de televisión ni en el rating de campaña, sino en las fábricas, talleres, comercios y oficinas del interior.
Si queremos que las PyMEs crezcan, necesitamos políticas públicas con profundidad, no gestos vacíos.
Merecemos gobernantes que entiendan que la economía real no se improvisa con fama; se construye con disciplina, visión y respeto por quienes día a día se esfuerzan para sostener el tejido productivo nacional.
