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Diario de un emprendedor millennial

La soledad del que hace: cómo afrontarla sin caer en una trampa

Existe una falta de consideración que se siente cuando no se recibe una felicitación, un feedback o mucho menos un premio al empleado del mes. Qué pasa entre la necesidad de reconocimiento, la satisfacción del proyecto propio y el control del ego.

Somos Pymes | Facundo Gárriz
Por Facundo Gárriz 4 de agosto de 2023 - 16:08

“Todo el mundo busca validación, sin importar quién sea usted, y creo que esa es una condición humana: buscar afecto, reconocimiento o validación”. Lo dijo Alejandro González Iñárritu, que ganó, no uno, sino cuatro premios Oscar durante su carrera de cineasta, director y productor.

Una frase que me hizo pensar en las incontables charlas con colegas, que por más exitosos que sean con su emprendimiento, siempre aparece ese momento de vulnerabilidad con el café de por medio cuando se admite la falta de reconocimiento.

Claro que aquello que nos trajo al presente, sea más grande o más chico, más rentable o le cueste más ganar dinero, debería ser premio suficiente con el que sentirnos elogiados.

Pero ser nuestros propios jefes, no tener las mid-year conversation, los aumentos de sueldo y ni siquiera ascensos que salir a festejar con cerveza y amigos; nos deja en un offside que el ego tiene que salir a cubrir.

Recibir feedback de empleados no es la mejor idea si lo que buscamos es sinceridad, el mercado tampoco es un juez imparcial al que podamos escuchar. A veces con mucho esfuerzo no se consiguen resultados y con un mediano sacrificio de algunas horas alcanzamos cosas impensadas para otros.

Y creernos que lo hemos hecho bien, que somos suficiente y que somos geniales, es la trampa más peligrosa para un emprendedor.

Las notas en un medio periodístico pueden ser esos momentos.

Además de emprender, hago entrevistas a otros emprendedores para este medio y muchas veces siento que contándome su experiencia de trabajo sienten ese mimo necesario.

Contar su historia para que otros la lean, significa que algo bien habrán hecho.

Y no es que algo bien hayan hecho, es que hicieron todo bien.

Porque animarse es el riesgo más grande y el éxito es apenas un escalón más, seguido de muchos otros escalones que lo superan.

El reconocimiento está en la misma realidad, pero que no lo veas, que te cuesta aceptarlo, que te cueste abrazarlo no es porque no lo merezcas, sino porque no te frenaste un minuto para aceptarlo.

Que la búsqueda de ese reconocimiento no te haga perder el equilibrio entre el trabajo, la familia y la felicidad.

Porque a veces las otras dos cosas son el premio de quienes eligieron emprender.

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