Por Alejandro Oliverio. En la evolución de las relaciones colaborativas de las empresas, se destaca mucho la diferencia entre un líder y un jefe.
Para continuar, suscribite a Somos Pymes. Si ya sos un usuario suscripto, iniciá sesión.
SUSCRIBITEPor Alejandro Oliverio. En la evolución de las relaciones colaborativas de las empresas, se destaca mucho la diferencia entre un líder y un jefe.
Un auténtico líder se distingue por generar bienestar a sus colaboradores, asumiendo la responsabilidad de mantener al equipo motivado, eficiente y en permanente desarrollo de nuevas competencias.
Sin embargo, se presta menos atención a cómo evolucionan las responsabilidades de los colaboradores en apoyo al bienestar y desarrollo del líder.
La evolución positiva del rol desemboca en un nuevo desafío: que todos los integrantes del equipo también se comprometan al bienestar mutuo y al desarrollo del líder, ya que son protagonistas claves en este proceso.
¿Quiénes, sino los colaboradores, están en mejor posición para identificar oportunidades de desarrollo y cuidado del líder?
Según Katzenbach & Smith, un equipo de alto rendimiento es: “Un número de personas con habilidades complementarias, que están comprometidas por igual con un propósito, unas metas y un enfoque común de trabajo, de los que se sienten mutuamente responsables”.
Durante diálogos con líderes empresariales, se resaltan los siguientes desafíos complejos que los líderes asumen como su responsabilidad:
*Mantener a todos los integrantes del equipo felices y motivados con las tareas que desarrollan.
*Balancear la vida personal con la laboral.
*Desarrollar al personal y permitirles equivocarse para aprender.
*Divertirse en el trabajo y tener espacios de esparcimiento.
*Cuidar las emociones de los colaboradores en su proceso de “Ownership” de tareas.
*Desarrollar a otros líderes.
*Cumplir los objetivos y tareas del sector con eficacia y limitado presupuesto.
Esta batería de responsabilidades ponen sobre la espalda del líder una mochila muy pesada que atenta contra su bienestar.
Siendo responsabilidades que exceden al líder, y que requieren el compromiso de todo el equipo para lograrlas.
Teniendo conversaciones entre los integrantes del equipo, con humildad, autocrítica y espíritu positivo.
El líder, como facilitador, debe poner en agenda y trasladar la responsabilidad de estos desafíos a todo el equipo.
Estas conversaciones tienen que ser periódicas y diferentes a las operativas, son reuniones de autoconocimiento y desarrollo mutuo, abiertas a recibir feedback cruzado, sincero y sobre todo constructivo.
Las herramientas de coaching de equipos pueden colaborar mucho.
Trabajar en contextos positivos genera felicidad, la cual conduce a mayor empuje, empatía y compromiso de las personas.
Esta realidad genera beneficios directos a todos los integrantes de un equipo.
Entre ellos: mayores oportunidades de crecimiento profesional y económico, madurez emocional, desarrollo acelerado y una eficiencia operacional exponencial que genera mejores negocios y visibilidad.
Y, por encima de todo, genera un aprendizaje muy valioso para futuros líderes: comprender que la aparente jerarquía de un líder se transforma en un rol facilitador y colaborativo. ¿En qué puedo colaborar?
Alejandro Oliverio, socio de Consultora BPS. Especialista en soluciones para gestionar con eficiencia.