En la Argentina, la base de la pirámide empresarial la componen las micro, pequeñas y medianas empresas, originadas, en muchos casos, por emprendimientos o proyectos familiares.
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SUSCRIBITEEn la Argentina, la base de la pirámide empresarial la componen las micro, pequeñas y medianas empresas, originadas, en muchos casos, por emprendimientos o proyectos familiares.
Según cifras oficiales** en 2021 hubo en el país más de 532.000 MiPYMES, lo que representó el 99,3% del total de las firmas empleadoras.
Estas generaron el 61% del empleo asalariado registrado, explicaron el 49% de la masa salarial formal, concentraron el 46% de la facturación y el 16% del total de monto exportado.
Todo esto las consagra como la principal fuente de empleo del ámbito privado, por lo que su relevancia en la economía es total. Y más en el interior del país, desde donde me toca hablar.
La mayoría de las veces estas empresas -lejos de ser corporaciones- son organizaciones en las que deben convivir varios miembros de una misma familia.
Y si de por sí emprender ya tiene sus desafíos, aquellas empresas que logran ser exitosas -o al menos sobrevivir en el tiempo- se ven enfrentadas a un enorme reto que es el del traspaso generacional.
Se puede dar el caso de que el padre está interesado en que sus hijos se involucren en el negocio familiar, mientras que la nueva generación no tiene intenciones de hacerlo; como así también situaciones en las que los hijos están interesados en ingresar al negocio, pero no siempre para hacer las cosas como se vienen haciendo, sino, por el contrario, queriendo aplicar cambios, mejorar procesos o modernizar sus productos, servicios o formas de comunicación.
En otros contextos también puede darse que padres e hijos o herederos decidan una continuidad lineal sin cambio alguno en la forma de hacer las cosas; o que nadie quiera continuar con esa compañía (ni padres, ni hijos), dando fin a un proyecto empresarial.
En lo particular creo que entender un legado como una linealidad es un grave error.
Me rehúso a pensar que los legados familiares, en el mundo empresarial, son aquellos que siguen firmemente el curso de la historia y la tradición.
Y que se resguardan tras la idea de mantener vivos los valores transmitidos de generación en generación.
Como bisnieto del fundador de una empresa con casi 70 años de historia que hoy elijo dirigir, me encuentro muy lejos de aquellos comienzos.
Me toca ser la cuarta generación al mando de lo que se convirtió en un grupo empresario -lo cual es algo poco usual- y desde mi perspectiva considero que la continuidad como legado es un error estratégico enorme.
Si bien estas herencias son el trampolín, el puntapié inicial para la búsqueda de nuevas oportunidades y la exploración de territorios desconocidos; es la valentía de tomar decisiones sin las restricciones del mandato lo que nos permite seguir evolucionando.
“Patear el tablero” implica tomar riesgos y enfrentar la incertidumbre. Significa alejarse de la comodidad de lo conocido y adentrarse en lo desconocido.
En este espacio de duda es donde se encuentran las mayores oportunidades de crecimiento y transformación.
No hay una única respuesta, no hay una sola manera. Creo que la clave está en poner metas, pasiones y habilidades propias.
Sobre todo en un momento en el que las empresas no solo tienen (o deberían tener) como fin generar una rentabilidad, sino que buscan la generación de un impacto positivo en la sociedad.
Estamos en un momento de generar un nuevo ADN empresario, entendiendo a las organizaciones como los verdaderos agentes de cambio que pueden fomentar los impactos que no están logrando realizar las instituciones.
Las compañías hoy son los drivers de la transformación. Y para ocupar ese rol se necesitan líderes con una nueva mentalidad.
En UNIBER desarrollamos un plan estratégico a largo plazo a fin de lograr un proceso de unificación, la consolidación de un equipo profesional y el crecimiento estratégico de la mano de diferentes ecosistemas de negocios.
Este camino debemos afrontarlo con innovación, consolidando una cultura que esté enfocada en los propósitos organizacionales.
Para lograrlo debemos aportar nuevas ideas y metodologías novedosas que consideren los pilares del management de las compañías actuales: capital humano, experiencia del cliente, manejo de información y aplicación de tecnología.
Para evolucionar cada proyecto familia-empresa debe encontrar su propia fórmula. Hacer en conjunto suele ser una buena estrategia: aportando el que delega y aportando el delegado, en pos de un equilibrio intergeneracional.
Y teniendo en cuenta que hay un desafío en común a ambas generaciones: mientras unos deberán aportar más apertura, flexibilidad y apoyo, otros deberán brindar iniciativa, resiliencia y paciencia. Pero no podemos ignorar el contexto en el que le toca liderar a cada uno.
**Cifras del artículo “Estructura y dinámica reciente de las MiPYMES empleadoras” de la Secretaría de Industria y Desarrollo Productivo del Ministerio de Economía de la Nación; septiembre 2022.