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Pesos vs. Dólar

¿Cómo impacta el nuevo tipo de cambio en las PyMEs?

Aspecto positivos y negativos de la salida del cepo. Cómo las empresas del sector pueden mejorar su competitividad.

Somos Pymes | Damián Di Pace
Por Damián Di Pace 21 de abril de 2025 - 18:42

En Argentina, la devaluación del peso es un tema de conversación permanente. No importa quién gobierne ni qué modelo económico esté en marcha, la incertidumbre sobre el tipo de cambio nunca desaparece.

Devaluar significa que la moneda pierde valor frente a otra, en este caso, el dólar.

Si el peso se devalúa, se necesitan más pesos para comprar la misma cantidad de dólares.

Las razones pueden ser muchas: una inflación que no da tregua, la escasez de reservas en el Banco Central o la falta de confianza en la economía.

Pero, al final del día, la devaluación siempre impacta en lo mismo: el bolsillo de la gente.

Variaciones del tipo de cambio

La historia económica argentina está marcada por constantes vaivenes en el tipo de cambio. Dentro de las más recientes, tenemos las devaluaciones de 2002, 2014, 2016, 2019, 2020 y 2023.

Cada una tuvo sus propios detonantes, pueden ser desde crisis de balanza comercial y fuga de capitales hasta pagos de deuda o una caída brusca en las reservas del Banco Central.

Y aunque los motivos varían, el desenlace tiende a repetirse: inflación acelerada, pérdida de poder adquisitivo, recesión y en algunos casos, un aumento del desempleo.

Sin embargo, la devaluación no siempre es vista con los mismos ojos. Para los exportadores, un peso más débil mejora la competitividad de los productos argentinos en el exterior.

Pero eso no significa necesariamente que la balanza de pagos mejore o que la economía se estabilice.

A lo largo de los años, distintos gobiernos intentaron controlar el tipo de cambio con medidas de todo tipo: controles de precios, acuerdos con el FMI, cepos cambiarios y planes de estabilización.

Pero la historia demuestra que contener el dólar a la fuerza no es fácil, y cuando las reservas se agotan o la confianza se pierde, la devaluación se convierte en un hecho inevitable.

Especialmente en un país donde la moneda nacional ha perdido más ceros de los que se pueden contar, la relación entre el peso y el dólar es casi un termómetro de la economía.

Es claro que hemos convivido con un contexto devaluatorio constante.

Aprendiendo del pasado

Si analizamos la situación desde el segundo mandato de Cristina Fernández de Kirchner en 2011, el peso ha ido perdiendo valor de manera sostenida.

En aquel entonces, el dólar aumentó poco más de cuatro pesos, representando una devaluación del 56,14%, un movimiento que en su momento generó ruido, pero que con el tiempo quedaría opacado por lo que vendría después.

Con la llegada de Mauricio Macri a la presidencia, la unificación del tipo de cambio trajo consigo un fuerte salto del dólar, con una devaluación inmediata del 40%.

A lo largo de su mandato, el peso se depreció un 84,38%, con un dólar que pasó de $9,85 a $63,04, registrando movimientos diarios que reflejaban la inestabilidad económica del período.

En 2019, el descontento de la sociedad se hizo sentir en las urnas y asumió Alberto Fernández.

Sin embargo, lejos de revertir la tendencia, la devaluación continuó, especialmente en su último año de gestión, cuando la inflación se disparó y la presión sobre el tipo de cambio se volvió insostenible.

Al final de su mandato, la devaluación acumulada alcanzó el 83,88%, dejando al país en un escenario de incertidumbre cambiaria.

Con la llegada de Javier Milei, el Gobierno adoptó una estrategia de crawling peg, ajustando el tipo de cambio de manera gradual al 2% mensual y actualmente al 1% reflejando un intento de estabilización que, por ahora, mantiene el dólar bajo control.

Sin embargo, hasta llegar a la adopción del crawling peg, a dos días de su mandato a modo de “sinceramiento” el dólar oficial pasó de $400 a $832,64 y actualmente a casi $1100 por dólar, es decir una devaluación del casi 64%.

Un flagelo global

La moneda estadounidense tampoco es inmune a la pérdida de valor con el tiempo. Aunque de manera mucho más moderada en comparación con el peso argentino, la inflación en Estados Unidos también erosiona el poder adquisitivo del dólar.

La evolución de la inflación en EE.UU comienza a ser un problema post política arancelaria adoptada por Donald Trump.

Si bien la inflación en Estados Unidos no es un problema tan preocupante como en Argentina, ha tenido su impacto en el poder adquisitivo del dólar a lo largo del tiempo.

En 2022, la inflación se aceleró significativamente, alcanzando casi un 8% anual, el nivel más alto del período analizado.

Como consecuencia de este proceso inflacionario, un billete de US$ 100 emitido en 2011 ha perdido parte de su valor real.

Para mantener el mismo poder de compra en la actualidad, ese billete debería valer US$ 146,56, lo que representa una pérdida del 46,56% en términos de poder adquisitivo.

Si evaluamos el poder adquisitivo del billete de $1000 desde el 2011 hasta la actualidad lo que en su momento representaba una suma considerable, hoy ha perdido gran parte de su valor real.

La inflación sostenida a lo largo de los años ha erosionado drásticamente el valor de $1000.

Para comprar hoy lo mismo que se adquiría con $1000 en 2011, se necesitarían $286.920. En otras palabras, $1000 de 2011 equivalen a apenas $3,49 en la actualidad.

El ritmo del crawling peg continúo en 1% mensual, lo que ha generado que, en ciertos momentos, el peso logró fortalecerse frente a la inflación.

Es decir, el ritmo de devaluación ha sido inferior al de la suba de precios, lo que representa un cambio respecto a la dinámica de los últimos años.

La coyuntura de las PyMEs

En diciembre, en medio de la incertidumbre por el cambio de gobierno, la inflación alcanzó un pico del 25,5% marcando un ajuste abrupto en el tipo de cambio.

Sin embargo, con la implementación del crawling peg, se observa una tendencia descendente en la devaluación, situándose en niveles inferiores a la inflación mensual.

El último dato, correspondiente a marzo de 2025, muestra una inflación del 3,7%.

No obstante, el ritmo de depreciación del peso fue del 1,4%, lo que indica que la moneda local se está fortaleciendo frente a la inflación.

Que el peso se fortalezca, significa que su ritmo de depreciación es menor que el de la inflación. Esto implica que, en términos reales, la moneda no está perdiendo tanto poder adquisitivo como en períodos anteriores.

Esto significa una mayor estabilidad en los precios medidos en dólares, una menor presión sobre el mercado cambiario y una relativa mejora en el poder adquisitivo.

Además, contribuye a un contexto más predecible para la actividad económica, incentivando inversiones en pesos en lugar de una dolarización masiva de ahorros.

La salida del cepo cambiario y la libre flotación entre bandas por ahora fue más cercana hacia la banda inferior que a la superior.

En este contexto, las PyMEs exportadoras quizás tengan ahora un tipo de cambio más favorable dentro de un mercado al que le falta competitividad, algo asequible vía reformas.

Para las PyMEs importadoras, es un tipo de cambio con incentivos para adquirir bienes a un valor inferior.

Las firmas del mercado doméstico industrial podrán comprar insumos y materias primas a un valor de dólar estable.

También deberán competir con productos importados que tienen un precio en dólares inferior en una Argentina poco competitiva, llena de impuestos, burocracia y trabas y falta de infraestructura.

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