El crecimiento de una PyME es uno de los momentos más desafiantes y deseados por cualquier empresario.
Para continuar, suscribite a Somos Pymes. Si ya sos un usuario suscripto, iniciá sesión.
SUSCRIBITELos lineamientos a seguir cuando un proyecto comienza su proceso de escalabilidad.
El crecimiento de una PyME es uno de los momentos más desafiantes y deseados por cualquier empresario.
Sin embargo, ese salto de escala trae consigo una serie de tensiones y transformaciones que pueden poner a prueba incluso al líder más experimentado.
Profesionalizar la gestión, delegar responsabilidades, sostener la cultura organizacional y tomar decisiones en un entorno económico incierto son algunas de las claves para que la evolución no se convierta en retroceso.
En una entrevista con Somos Pymes, Carlos Sosa, director de la consultora Sosa y Asociados, y Diego Núñez, capacitador y gestor de talentos, se refirieron a las competencias que necesita un líder para guiar su empresa hacia un crecimiento sostenible.
Los expertos se concentraron en los desafíos actuales, los errores más frecuentes y las habilidades imprescindibles para liderar en esta etapa clave del desarrollo.
"Cuando una PyME comienza a crecer, el principal desafío del líder o líder no es solo escalar el negocio, sino escalar su propio liderazgo. Lo que funcionaba en la etapa inicial -donde todo pasaba por él o ella, con participación directa en cada decisión- comienza a volverse insostenible. Y ahí aparece un punto crítico: la dificultad para soltar", comentó Sosa.
"El crecimiento exige gestionar el cambio. Y eso implica mucho más que reorganizar procesos: significa transformar la forma de pensar, sentir y actuar del líder. Revisar creencias con las cuales se lograron resultados en una fase del nacimiento, pero que son limitantes para una segunda fase de crecimiento. Profesionalizar la gestión va de la mano con un sólido proceso de delegación y construcción de equipos de mandos medios que presenten compromiso con el liderazgo", puntualizó.
El principal desafío de una PyME en crecimiento, es lograr distinguir la gente que tiene además de compromiso con el fundador o creador lo tenga con el liderazgo.
"Hay que despersonalizar el compromiso. En numerosas oportunidades, gente con la famosa camiseta puesta no tiene ni quiere desarrollar habilidades de liderazgo, lo cual deriva en un problema importante sí esos perfiles llegan a tomar posiciones de liderazgo", subrayó el director de la consultora Sosa y Asociados.
Y amplió: "Muchas veces el verdadero freno no está afuera, sino en la mente de quien lidera, que no puede delegar, que se resiste a confiar, o que no encuentra la forma de profesionalizar sin perder el control".
El paso de ser emprendedor a dirigir una organización profesional requiere una integración profunda entre habilidades duras y blandas.
"No alcanza con saber de finanzas, estrategia o procesos si no hay capacidad de escuchar, de motivar, de inspirar o de manejar el conflicto. El Liderazgo 360 parte justamente de ahí: de lograr un equilibrio real entre lo técnico y lo humano, entre la ejecución y el vínculo, entre los resultados y el bienestar", enfatizó Sosa.
"Este punto no es menor: muchos empresarios y empresas viven el crecimiento con una carga emocional muy fuerte. El estrés, la presión, el miedo a perder lo construido, el agotamiento físico y mental… todo eso pasa factura. Por eso es tan importante construir un liderazgo que incluya también la dimensión emocional y personal del líder. Si quien está al frente no se cuida, no se escucha ni se contiene, difícilmente podrá sostener a otros", completó.
Un líder pyme necesita aprender a tomar decisiones conscientes, construir equipos autónomos, y al mismo tiempo, cultivar vínculos saludables, trabajar su flexibilidad emocional y desarrollar autoconocimiento.
"Solo así el crecimiento de la empresa no se convierte en el estancamiento -o desgaste- de quien la lidera. Y eso, en definitiva, es liderar 360°: con foco, con método, con visión… y con humanidad", aclaró el experto.
Según Sosa, "el liderazgo es absolutamente central en el proceso de transición de una empresa familiar o de gestión informal hacia una organización profesionalizada. De hecho, sin un cambio profundo en el estilo de liderazgo, es muy difícil que la estructura crezca de manera sostenible".
"En la etapa inicial, muchos líderes de PyMEs cumplen todos los roles: son el comercial, el administrador, el técnico, el financiero… ese perfil de 'todólogo' es funcional al nacimiento del negocio, pero se vuelve un cuello de botella cuando la empresa empieza a crecer. El exceso de control, la falta de delegación, la resistencia a incorporar procesos o talento externo, suelen frenar el desarrollo organizacional", comentó el especialista.
Y remarcó: "El liderazgo 360 propone dejar de centralizar para empezar a la autonomía decisional, el establecimiento de sentido y criterio en la gente. Implica entender que el crecimiento requiere soltar el operativo para enfocarse en la estrategia, y que liderar no es hacer todo, sino crear condiciones para que otros puedan hacerlo bien".
"En empresas familiares, además, se suma el componente emocional. Muchas veces hay estructuras invisibles de lealtad, miedo a los conflictos o decisiones que se postergan por vínculos personales. Profesionalizar significa también trabajar esos aspectos: poner reglas claras, separar los roles familiares de los organizacionales, y acompañar los procesos de cambio con contención y claridad", amplió.
La clave está en construir un liderazgo consciente, que integra lo emocional con lo estratégico, que entienda de personas y también de procesos, que escuche pero que sepa decidir.
"Ese es el corazón liderazgo del 360: un estilo que no se queda solo en los resultados, pero que tampoco se pierde en lo relacional. Un liderazgo que acompaña, dirige, transforma… y sobre todo, hace crecer sin perder identidad", subrayó el entrevistado.
En otro tramo de la charla, los especialistas se refirieron a cómo se debe proceder ante una realidad argentina que fluctúa de manera constante.
"El contexto argentino desafía al máximo la capacidad de liderazgo en las PyMEs. Inflación, presión impositiva, falta de acceso al crédito y cambios constantes en las reglas de juego hacen que la toma de decisiones estratégicas ocurra en un terreno inestable, donde la incertidumbre es la norma y no la excepción", diagnosticó Sosa.
"En este escenario, el Liderazgo 360 cobra una clave de valor. Ya no se trata solo de habilidades técnicas o de gestión: el líder debe desarrollar una inteligencia emocional muy profunda, que le permita sostener a su equipo ya sí mismo, aun cuando el entorno agobia", enfatizó.
"Uno de los grandes impactos silenciosos de este contexto es el estrés crónico y la ansiedad que sufre el empresario PyME, especialmente cuando pasa de ser emprendedor a líder de una estructura más compleja", ilustró.
Y graficó: "La presión por pagar sueldos, sostener el negocio, lidiar con imprevistos y planificar en medio del caos genera un desgaste emocional muy alto. Por eso es tan importante que el líder trabaje también su bienestar integral, desarrolle hábitos que lo ayuden a regular su ansiedad, pida ayuda cuando lo necesite y evite caer en el aislamiento".
El desafío es construir un liderazgo adaptable, que pueda planificar a largo plazo, pero también responder con agilidad al corto.
"Un liderazgo que combina visión estratégica con contención humana, que sabe cuándo avanzar y cuándo recalcular. Y que entienda que cuidar la salud mental del líder no es un lujo, sino una necesidad para sostener el crecimiento de la empresa", observó Sosa.
Cuando una empresa empieza a crecer, el líder necesita transformarse junto con ella.
Al respecto, Sosa esgrimió que "ya no alcanza con saber del producto o del servicio: la clave está en desarrollar competencias que permitan liderar personas, tomar decisiones estratégicas y sostener una cultura organizacional saludable en el tiempo".
Desde el enfoque del Liderazgo 360, hay tres grandes dimensiones que todo líder debe trabajar:
1_ Habilidades blandas: La empatía, la comunicación clara, la escucha activa, la inteligencia emocional, y la capacidad de dar feedback significativo -tanto positivo como correctivo, pero siempre motivador y constructivo-.
Sin estas habilidades, el crecimiento puede volverse frío, desordenado o simplemente insostenible.
La calidad de los vínculos y la capacidad de inspirar confianza son pilares del crecimiento saludable.
2_ Visión estratégica: Implica leer el contexto, anticipar escenarios, tomar decisiones con foco en el largo plazo y mantener el rumbo cuando todo cambia.
Un líder que no piensa estratégicamente se pierde en la operación y no escala.
3_ Gestión del talento: Saber delegar, formar equipos sólidos, empoderar a las personas y desarrollar nuevos líderes. Crecer no es solo facturar más, sino generar más capacidad de acción distribuida dentro del equipo.
Pero, además, es importante entender que las competencias de liderazgo no son puramente emocionales ni exclusivamente técnicas: son híbridas.
"Somos seres emocionales que nos justificamos racionalmente. Cuando tenemos un problema, podemos resolverlo desde lo emocional, lo técnico o incluso desde lo corporal", dijo Sosa.
"Por eso, un líder efectivo necesita un enfoque integral, que conecte lo emocional con lo racional, lo humano con lo estructural", puntualizó.
El crecimiento no es solo un fenómeno de negocios, es también un fenómeno humano. Y liderarlo requiere conciencia, autoconocimiento y un profundo compromiso con el desarrollo propio y del equipo.
Ese es el corazón del Liderazgo 360: un liderazgo integral, adaptativo y profundamente humano.
1_ Equilibrar el enfoque de resultados y de procesos: Uno de los grandes desafíos al crecer rápidamente es el enfoque desmedido en los resultados, a veces a costa de los procesos.
Un empresario puede sentirse tentado a presionar para obtener resultados rápidos sin construir los procesos necesarios para sostener el crecimiento.
Consejo: El equilibrio entre resultados y procesos es clave. Si bien los resultados son la meta, los procesos son los que permiten escalar de forma eficiente y sostenible. Es vital integrar ambos enfoques y gestionarlos de manera armónica.
2_ No profesionalizar la estructura: A medida que crece la empresa, la estructura informal puede volverse un obstáculo. Los roles y responsabilidades pueden estar mal definidos, lo que puede generar confusión y falta de eficiencia.
Consejo: Profesionalizar la estructura organizacional es una necesidad urgente. Esto incluye crear organigramas claros, definir roles, delegar funciones y establecer procesos de trabajo bien definidos.
3_ No lograr una visión compartida con el equipo: A medida que la empresa se expande, es fácil perder la alineación con la visión original. Esto puede generar desmotivación y falta de compromiso por parte del equipo.
Consejo: Es fundamental lograr una visión compartida, donde todo el equipo entienda y comparta los mismos objetivos y valores. Esto asegura que todos remen en la misma dirección, aun cuando la empresa crece y los desafíos cambian.
4_ No formalizar el rumbo y la velocidad de la PyME: El crecimiento rápido puede generar una sensación de urgencia que lleva a decisiones impulsivas. La falta de un rumbo claro y de una estrategia de crecimiento definida puede generar caos.
Consejo: Formalizar el rumbo de la empresa es esencial. Definir con claridad la velocidad de crecimiento, los pasos a seguir y las metas alcanzables para cada etapa ayudarán a mantener el control ya no perder el enfoque en el largo plazo.
5_ Pasar de liderar personas y funciones a liderar puestos y procesos: En las primeras etapas de la PyME, el líder se ocupa personalmente de las tareas operativas y de gestión.
Sin embargo, cuando la empresa crece, el líder debe transformar su enfoque, liderando más a través de la estructura organizacional y los procesos, en lugar de directamente a las personas.
Consejo: Aprender a delegar y confiar en el equipo es fundamental para poder gestionar el crecimiento de manera efectiva. El líder debe enfocarse en establecer los sistemas y estructuras que permitan a los equipos operar con autonomía y eficiencia.
6_ Subestimar el liderazgo gerencial: Es fácil pensar que, con un buen enfoque emprendedor, el liderazgo ya está cubierto. Sin embargo, cuando la empresa crece, el liderazgo debe profesionalizarse.
El liderazgo gerencial implica tener la capacidad de gestionar equipos más grandes, tomar decisiones complejas y planificar a largo plazo.
Consejo: Es necesario desarrollar competencias de liderazgo gerencial, como la gestión de equipos, la delegación efectiva y la toma de decisiones estratégicas.
7_ Confundir éxito económico o de resultados con la forma en la que el equipo juega: Aunque el éxito financiero es clave, a veces los empresarios se centran tanto en los resultados que dejan de lado el bienestar del equipo y su cultura organizacional.
Consejo: El verdadero éxito está en combinar los resultados económicos con un equipo motivado, comprometido y alineado. Es esencial cuidar la cultura y las relaciones dentro del equipo, ya que esto se refleja directamente en los resultados a largo plazo.
8_ Cambiar la cultura organizacional que nos dio inicio al nacimiento de la empresa: A medida que una PyME crece, es común querer cambiar la cultura organizacional para adaptarse a la nueva escala del negocio. Sin embargo, muchas veces se pierde el espíritu y los valores que hicieron posible el crecimiento inicial.
Consejo: Es importante no perder de vista los valores fundamentales que definieron la cultura en los primeros momentos. A medida que creces, debes mantener vivos y adaptarlos al contexto nuevo, pero sin dejar que se diluyan en el proceso.
En resumen, los errores más comunes en el rápido crecimiento de una PyME provienen de no adaptarse a la nueva escala del negocio.
La clave está en formalizar y profesionalizar la estructura, equilibrar la visión a largo plazo con la ejecución inmediata, y mantener una cultura organizacional sólida y alineada.
Además, un líder debe estar consciente de que, a medida que la empresa crece, también debe hacerlo su enfoque de liderazgo: de lo táctico a lo estratégico, de lo personal a lo estructural, de lo emocional a lo técnico. Solo así se puede asegurar que el crecimiento sea sostenible y saludable.
Para Núñez, "los líderes de PyMEs enfrentan múltiples desafíos al crecer, como la necesidad de delegar tareas, confiar en el equipo y fomentar la autonomía para evitar la microgestión. Además, deben desarrollar talento y definir una estructura organizativa adecuada, implementando procesos formales y roles claros para asegurar la eficiencia. La profesionalización de procesos, como estandarizar y automatizar tareas, es clave para reducir errores y aumentar productividad".
"La gestión financiera se vuelve compleja, requiriendo control sólido del flujo de caja, sistemas contables robustos y proyecciones financieras. Mantener la cultura empresarial inicial es vital para motivar al equipo y alinearlo hacia objetivos comunes. En paralelo, la adaptación al mercado y la competencia exige agilidad para ajustar estrategias y fomentar innovación".
"Finalmente, los líderes deben desarrollar habilidades de liderazgo avanzadas, como gestión de equipos grandes, pensamiento estratégico y toma de decisiones rápidas. Superar estos retos posiciona a las empresas para un crecimiento sostenible".
Según el capacitador y gestor de talentos, "el liderazgo es esencial en la transición de una empresa familiar o informal hacia una organización estructurada".
"El líder actúa como arquitecto del cambio, comunicando la visión y los beneficios, delegando responsabilidades y empoderando al equipo para tomar decisiones. Pasar de ser un 'todólogo' a un verdadero líder implica desarrollar las fortalezas del equipo y fomentar un sentido de propiedad y compromiso", expuso.
"Es común enfrentar resistencia, especialmente en empresas familiares, y el líder debe abordar estas inquietudes con empatía y claridad. Además, debe identificar talentos, definir roles y fomentar una cultura de eficiencia y mejora continua. En empresas familiares, establecer estructuras de gobierno formales es clave para profesionalizar la gestión y basar las decisiones en datos y estrategias", definió.
Y enfatizó: "Un liderazgo sólido inspira confianza, impulsa el cambio y crea un entorno donde el equipo puede contribuir al crecimiento sostenible de la empresa".
"El contexto económico argentino, marcado por inflación, alta carga impositiva y acceso limitado al crédito, exige a las PyMEs un liderazgo estratégico y adaptable", admitió Núñez.
"La inflación impone planificación a corto plazo y gestión constante de costos y precios, mientras que la carga impositiva reduce rentabilidad y fomenta la optimización fiscal. Las dificultades para obtener crédito limitan las inversiones, priorizando el uso de capital propio y exploración de alternativas viables", describió.
"En resumen, el contexto argentino obliga a las PyMEs a combinar eficiencia, prudencia y creatividad en sus decisiones estratégicas. Los líderes juegan un papel clave al navegar estas condiciones, adoptando un enfoque dinámico que equilibre la supervivencia inmediata con el posicionamiento a futuro", advirtió al respecto.
Sobre las competencias clave que debe desarrollar un líder, el especialista indicó: "Para gestionar el crecimiento sostenible de una empresa, los líderes deben desarrollar competencias clave como visión estratégica, resiliencia y adaptabilidad. Esto implica anticipar desafíos, analizar el mercado y definir propuestas de valor únicas. La gestión del talento es fundamental: atraer, retener y empoderar al equipo, creando un ambiente motivador y productivo".
"Asimismo, deben optimizar procesos, asegurar la sostenibilidad financiera y tomar decisiones basadas en datos. La comunicación clara fortalece relaciones con empleados, clientes y socios, mientras que la satisfacción del cliente y el compromiso ético son esenciales para generar lealtad y un impacto positivo. Finalmente, el aprendizaje continuo permite a los líderes evolucionar junto a sus organizaciones y enfrentar la complejidad del entorno actual", completó.
"El rápido crecimiento de una PyME puede ser un arma de doble filo. Los errores más comunes incluyen la falta de planificación estratégica, la resistencia a delegar, una infraestructura insuficiente, la mala gestión del flujo de caja y la pérdida de cultura empresarial. Además, muchos líderes priorizan nuevos clientes sobre los existentes, lo que afecta la lealtad", puntualizó.
"Para evitarlo, es crucial planificar estratégicamente, delegar responsabilidades, fortalecer la infraestructura, gestionar finanzas con cuidado y equilibrar la captación y retención de clientes, manteniendo siempre los valores y la innovación como ejes centrales", culminó Núñez.