"La actividad global se ha fortalecido ampliamente y se prevé que mejore todavía más en 2014-15, con gran parte del empuje procedente de las economías avanzadas", señaló el FMI en su informe semestral "Perspectivas Económicas Globales".
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SUSCRIBITE"La actividad global se ha fortalecido ampliamente y se prevé que mejore todavía más en 2014-15, con gran parte del empuje procedente de las economías avanzadas", señaló el FMI en su informe semestral "Perspectivas Económicas Globales".
Pese a reducir mínimamente la expectativa, el crecimiento anticipado por el Fondo para los dos próximos años significa un considerable avance frente al 3,2 y 3 por ciento registrados respectivamente en 2012 y 2013.
Las economías desarrolladas en general, y Estados Unidos en particular, aportaron en gran medida al repunte, con un crecimiento por encima de 2 por ciento en 2014 y 2015, que representa una mejora de un punto porcentual frente a 2013.
A favor de las economías avanzadas jugaron las políticas de menor ajuste fiscal, con la excepción de Japón, y la decisión de volcar las estrategias monetarias para respaldan el crecimiento.
El informe subraya que "la recuperación global todavía es frágil pese a las mejores perspectivas", y advierte que hay "riesgos significativos", que especialmente en los países emergentes "han aumentado".
A la par de lo mostrado en el informe sobre "Estabilidad Financiera Global" publicado hace unos días, el Fondo mostró que "una normalización inesperadamente rápida de la política monetaria estadounidense o episodios renovados de aversión al riesgo podrían conducir a mayores turbulencias financieras" en los emergentes.
Eso, a su vez, causaría "a ajustes difíciles en algunas economías emergentes, con riesgo de contagio y un amplio estrés financiero que conllevaría un menor crecimiento".
Para el organismo que conduce Christine Lagarde prevé que las economías emergentes despeguen a un ritmo de 4,9 por ciento este año y 5,3 por ciento el próximo.
En las economías avanzadas, mientras tanto, están en primer plano "los riesgos asociados con tasas muy bajas de inflación, sobre todo en la zona euro".
Si esa tendencia se acentúa y deriva incluso en deflación, provocaría "mayores tasas de interés reales, un incremento en la carga de deuda pública y privada, y menor demanda y producción".